Bereshit 1 & Jn 1
Comentario sobre Gn 1 en relación al prólogo del Evangelio de Jn cap. 1.
EN EL PRINCIPIO
En el principio el Verbo era, y el Verbo era junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él era, en el principio, junto a Dios: Por Él, todo fue hecho, y sin Él nada se hizo de lo que ha sido hecho. (Iojanán 1:1-3)
El libro de Génesis comienza con “Bereshit”, “En el Principio”. La apertura del Evangelio de Jn declara que el misterioso “Habla”, que toma carne y sangre humana identificado como Yeshúa de Nétzer (Nazaret), existía con Dios y como Dios “en el principio”.
El término griego traducido como “Habla” o “Verbo”, es Logos. La palabra logos, literalmente significa, “habla” o “verbo”. La versión de los Setenta (la Septuaginta) emplea esta palabra en el sentido de “habla”. Sin embargo, Iojanán en el prólogo de su Evangelio, emplea la palabra “Logos” en un sentido metafísico y místico.
La primer palabra empleada por Iojanán es una alusión directa al principio de la Torá y al principio de la creación de Dios. La palabra hebrea equivalente que aparece en Gn 1 es Bereshit (“en el principio,” ). Iojanán escribe su preludio en paralelo con la narrativa en la Torá que pertenece a Gn 1, la Obra de la Creación (Maaséi Bereshit, ).
En la época que Iojanán escribía, los sabios del pueblo de Israel consideraban el Maasé Bereshit (“Obra de la Creación”, Gn 1), un tema de profundo misticismo, lleno de secretos esotéricos y sabiduría divina. En la Era Apostólica, los sabios transmitían las enseñanzas místicas basados en el primer capítulo de Génesis como un secreto y una tradición esotérica. La creencia era que el primer capítulo de Gn, estudiado meticulosamente, como se debe, revela las verdades más sublimes de la Torá. Sin embargo, privaban a su vez, al estudio esotérico del Maasé Bereshit (“Obra de la Creación”,) convenciendo aún a sus propios alumnos y discípulos a no profundizar excesivamente en el estudio de estos misterios. En aquella época era aventurado y por lo tanto, peligroso, que fácilmente podía guiar a la herejía y el error. Su estudio requería de especial preparación académica. En la Mishná se registra la prohibición de como los secretos místicos hallados en el Maasé Bereshit (“Obra de la Creación”, Gn 1), no podían enseñarse públicamente o incluso en un entorno de privacidad, a menos que un maestro lo hiciera individualmente “uno a uno”, con su discípulo. El sabio que transmitía los secretos del Maasé Bereshit (“Obra de la Creación”) susurraba las enseñanzas a su alumno:
Algunos temas no pueden enseñarse en presencia de tres. Los secretos del Maasé Bereshit (“Obra de la Creación”) no pueden enseñarse incluso en presencia de dos. (m. Jaguigá 2:1)
¿Qué secretos susurraban los sabios en los oídos de sus alumnos? Yeshúa enseñó a sus discípulos a enseñar abiertamente los secretos de la Sacra Escritura: “Lo que os digo en la oscuridad, repetidlo en la luz; lo que os digo al oído, proclamadlo desde las azoteas.” (Mt 10:27).
La literatura rabínica ha dejado ecos de las enseñanzas secretas del Maaséi Bereshit (“Obra de la Creación”). Ejemplo a ello, es que enseñan, que el Mesías se encontraba presente con Dios en la creación. Ellos percibían que el espíritu del Mesías estaba presente en la narrativa de la creación de Gn 1. La conexión que hicieron fue la de Espíritu de Dios planeando sobre la faz de las aguas con la profecía de Isaías, donde el Espíritu de Dios reposa sobre el Rey Mesías. Los sabios declararon, “El Espíritu de Dios moviéndose sobre la faz de las aguas es el Espíritu de Mesías, como está escrito, “El Espíritu de Hashem reposará sobre él.”[1]
Además, también enseñaban que Hashem creó todas las cosas por medio de un agente. Algunas veces el agente es llamado Sabiduría; otras veces, el agente es llamado Torá; y otras veces, el agente es llamado Habla (Verbo).
POR MEDIO DE LA SABIDURÍA
El judaísmo rabínico enseña que Dios hizo su creación a través de su Sabiduría. Paulos mismo dijo, “Enseñamos la Sabiduría de Dios, misteriosa, aquella que estaba escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria” (1Co 2.7). ¿Cuál es la Sabiduría misteriosa y escondida que existía antes de los siglos?
La idea que Dios creó los cielos y la tierra a través de la Sabiduría proviene de la Sacra Escritura. Proverbios 3.19, “Hashem con la Sabiduría fundó la tierra”. El libro de Proverbios personifica a la Sabiduría de Dios. La Sabiduría estaba presente en la Obra de la Creación, y era un artesano a lado de Dios. Ella declara de sí misma, “Hashem me poseía[2] al principio de su camino, antes de sus obras más antiguas. Desde la eternidad fui constituida, desde los orígenes, antes que existiera la tierra.” (Pr 8:22–23). Presente estaba ella con Dios antes que los abismos, las montañas, la tierra, el agua y los cielos. Declara, “entonces estaba yo con él, como artesano, deleitándome todos los días y me regocijaba delante de él continuamente.” (Pr 8:30).
La Sabiduría de Dios no es un aspecto separado de Dios. Los sabios veían un aspecto único de la Sabiduría de Dios en él mismo. En un texto similar en el libro apócrifo de Sirác, la Sabiduría en primera persona dice:
Yo salí de la boca del Altísimo, engendrada antes de toda criatura. Yo hice nacer en los cielos la luz indeficiente, y como una niebla cubrí toda la tierra. En los altísimos cielos puse mi morada, y el trono mío sobre una columna de nubes. Yo sola hice todo el giro del cielo, penetré por el profundo del abismo, y me paseé por las olas del mar. (Sirác 24:3-8)
Los sabios conectaron alusiones en el texto hebreo con la Sabiduría del Maasé Bereshit (“Misterios de la Obra de la Creación”). Al mirar el texto hebreo de Gn 1:1, es muy notable que la primera letra, una Bet (ב) se escribe más grande que las demás letras, llamada Bet Rabatí. Hay que tener en cuenta que, por lo general, todas las letras hebreas se escriben según la misma escala. Pero aquí, vemos Bereshit escrito:
בראשית
Esto es significativo, ya que la letra Bet (ב) representa una casa. En el contexto de este relato de la creación, representa el Bet haMiqdash o Templo en el Reino Superior donde Dios está entronizado. Emanando de su presencia, comienza la creación; y se pronuncia el primero de los diez dichos: "¡Reshit!".
El prefijo Bet (ב), se puede traducir como “con”, y se refiere a algo por lo que se pone en marcha una causa. Así, “Con Reshit”, es decir, con el uso de “Reshit”, "Elohim creó...etc." Esta “Reshit” es Jojmá - Sabiduría, lo cual se determina mirando la primera frase de Sal 111:10, que dice: “Reshit Jojmá”. Como puede leerse en hebreo, hay una línea, llamada Pesiq, entre esta frase y el resto del versículo:
ראשית חכמה | ירא
Esto indica que hay algo significativo en él. En este caso, si usted hablara con alguien en hebreo, y simplemente dijera esta frase, "Reshit Jojmá", entenderían como "El Principio es la Sabiduría". Es por este entendimiento que "Bereshit" se interpreta como "Con la Sabiduría" en el Targum Neofiti en Gn 1.1:
“En el principio con la Sabiduría el Habla de Dios creó y perfeccionó los cielos y la tierra.” (Gn 1.1, Targúm Neofíti)
Y la Sabiduría, hablando de sí misma, dice:
יהוה קנני ראשׁית דרכו קדם מפעליו מאז׃
מעולם נסכתי מראשׁ מקדמי־ארץ׃
“Hashem me poseía - Reshit (“Principio”) de su camino,
Antes de sus obras más antiguas.
Desde la eternidad fui constituida (o: “ungida”),
Desde el principio (heb. Rosh-La Cabeza).
Antes que existiera la tierra.”
(Pr 8:22,23)
Al leer el primero de estos versículos, encontramos que la Resh (ר de "Reshit") está escrita también como una letra agrandada. Esto también es significativo, como pronto veremos. Pero primero, veamos esto en conexión con "Bereshit", y el segundo de estos versículos.
Hashem me poseía - Reshit (“Principio”) de su camino.
Aquí la Jojmá - Sabiduría está reiterando la interpretación de Sal 111:10, al referirse a sí misma como Reshit (“Principio”). En el versículo 23, la Jojmá - Sabiduría revela que es del Rosh, es decir, de la Cabeza: “Desde la eternidad fui constituida, desde el Rosh”. Esto remite a Bereshit, y a la Bet Agrandada (ב) que representa al Bet haMiqdash - Templo. La Jojmá - Sabiduría, o Reshit, emanó de ese Rosh que se encuentra entronizado en él. Esto se revela al percibir la palabra "Breshit" (בראשית) escrita como:
ב_ראש_ית
Como se ve aquí, percibimos un Rosh (ראש), una Cabeza, (_ראש_) dentro del Bet (ב_ית). Y como encontramos este Rosh (ראש) dentro de Reshit (ראשית), que es la Cabeza (ראש) de Reshit (ראשית), también debe verse que Reshit emanó de dentro de la Rosh, y que la Rosh está dentro de la Reshit emanando de esa Rosh.
Pero con respecto a Bereshit y Reshit, y con respecto a la Jojmá - Sabiduría, y lo que la Sabiduría dijo, el Santo bendito sea él, estaba haciendo desde el Rosh:
“Fui constituida (o: ungió) - nisaktí (נסכתי) desde las antigüedades de la tierra.” (Pr 22:23)
Esta Sabiduría, que estaba en el Rosh - Cabeza, y dentro de la cual estaba ese Rosh - Cabeza, pertenece al Yeshúa, que dijo:
“Yo estoy en el Padre, y el Padre en mí...etc.” (Jn 14:10-11)
De quien también se dice:
ואני נסכתי מלכי על־ציון הר־קדשׁי׃
“Y he establecido (o: ungido) - nasaktíi (נסכתי) - a mi Rey sobre Zión, Montaña de mi Santidad. .” (Sal 2.6)
El Midrash también percibe que se trata de Mesías, como se dice (Midrash Shemuel 19):
“Se preguntará del Mesías qué lugar será su residencia. Su respuesta será, '¿Es necesario preguntarme a mí? Ciertamente Zión, mi montaña sagrada'.” [ref: Sal 2:6]
Otro Midrash que revela Sal 2 hablando del Mesías, Rey de Israel, dice (Bereshit Rabá 44):
“A tres el Santo bendito sea él, ha dicho, 'Pide y se te dará'. Estos tres son Salomón, Ajaz y el Mesías. Al último se le prometió, 'Pídeme, y te daré los gentiles como herencia'.” [ref: Sal 2:8]
Además - regresando a la Bet Agrandada (ב) de Bereshit (Gn 1:1), en conexión con la Resh Agrandada (ר) de Reshit (Pr 8:22), y cómo estos dos son percibidos como uno en Sal 111:10. Estas letras o bien significan Bar (בר), que es "Hijo", o Rav (רב) que es “Rabino”.
Con respecto a Bar (בר), se dice dentro del mismo Salmo:
Nashqu-Var (נשׁקו־בר)”
Es decir,
Besad al Hijo...etc" (Sal 2:12)
Y con respecto a Rav, Yeshúa dice:
אָכֵן אַתֶּם אַל־יִקָּרֵא לְאִישׁ מִכֶּם רַבִּי כִּי רַב אֶחָד לָכֶם הַמָּשִׁיחַ וְאַתֶּם כֻּלְּכֶם אַחִים
“Pero ustedes no deben ser llamado Rabí (:Rabino),
porque uno es su Rav, el Mesías;
Y todos vosotros sois hermanos.”
(Mt 23:8)
Las antiguas versiones arameas de la Torá realizan este tipo de enlace entre la Sabiduría y la narrativa de la creación de manera explícita. Estando en el exilio en Babilonia, el pueblo judío adoptó la lengua aramea como su lengua de uso común. En los días de los apóstoles, la mayoría del pueblo judío viviendo en Judea y Galilea no entendían de manera fluida el hebreo de la Sacra Escritura. Las traducciones de la Sacra Escritura del hebreo al arameo son llamadas Targúm (pl. Targumím). La palabra Targúm significa “traducción”. Los Targumím más que una traducción literal del texto hebreo son una paráfrasis que importa la teología y tradición de lo que se entendía en aquella época de la Sacra Escritura del texto hebreo. Los Targumím en Gn 1.1 hacen de la Sabiduría la creadora junto con Dios en “El Principio”:
“Desde el principio, con la Sabiduría creó y perfeccionó Hashém los cielos y la tierra.” (Gn 1:1, Targúm Neofíti)
En la Sabiduría creó Hashém. (Gn 1:1, Targúm Yerushalmí)
Iojanán dice que en el principio el Logos () estaba con Dios y que era Dios, todas las cosas fueron creadas por el Logos. Cabe señalar que la "Sabiduría" y el "Habla (“Logos”, )" se tratan como sinónimos en la literatura judía. Por ejemplo, la Sabiduría de Salomón, un libro judío considerado parte de los apócrifos, afirma:
"Oh Dios de mis padres y Señor de misericordia, Has hecho todas las cosas con tu Habla, Con tu Sabiduría has formado a la humanidad".
Se trata de un paralelismo sinónimo, en el que la segunda afirmación es la misma que la primera, expresada con palabras diferentes. Así que la Sabiduría y el Logos (“Habla”) son aspectos diferentes de lo mismo. Sí Iojanán se refiere a la Sabiduría personificada de la Sacra Escritura con el término Lógos, podría comprenderse la lectura de los primeros tres versículos de Jn 1:1 de la siguiente manera:
En el principio era la Sabiduría, Y la Sabiduría era con Dios, Y la Sabiduría era Dios. Ella era en el principio con Dios. Y todo fue hecho por ella, Y sin ella nada se hizo de lo que ha sido hecho.
POR MEDIO DE LA TORÁ
Las interpretaciones místicas de los sabios judíos sobre el primer capítulo de Génesis también enseñan que Dios hizo su creación a través de la agencia de la Torá. Para el Judaísmo rabínico, la Torá de Dios y su Sabiduría son términos intercambiables, son uno y lo mismo. Los rabinos enseñan que la Torá y la creación no son independientes el uno del otro. Los sabios no pensaban en la obra de la creación sino a través del lente de la Torá que la describe. Según la tradición rabínica, Dios vio en la Torá y luego creó los cielos y la tierra basado en ella. La Torá pre-existió la creación.[3]
El libro apócrifo de Sirác provee una transición de la Sabiduría a la Torá. Sirác 24 declara que la Torá es, “el libro de la alianza del Altísimo, la Torá que nos Moshé en heredad para la casa de Jacob.” (Sirác 24:32).[4]
Los sabios también crearon un enlace entre la Sabiduría y la Torá. El hebreo Bereshit () significa “en el principio”, pero, como mencionado más arriba, el prefijo (ב) preposicional de la palabra podría traducir la misma palabra como “con el principio”. Esto llevó a los sabios a imaginar que no solo se hizo la creación “en el principio”, sino también “con el Principio”, entendiendo la palabra “Principio” como un título para toda la Torá ya que el rollo de la Torá comienza con esta palabra. El primer midrásh en la colección llamado Midrásh Rabá personifica a la Torá como el agente de la creación de Dios:
La Torá declaró, “estaba yo con el Santo bendito sea, como artesano.” En el sentido del mundo, cuando un rey de carne y sangre construye un palacio, no lo hace con su propia habilidad, sino con la de un maestro de obras. El maestro de obras no lo construye con su propia habilidad, sino que dispone de planos y diagramas para saber cómo hacer y disponer las cámaras y cómo hacer y ordenar los minuciosos detalles. De esta manera fue que el Santo, bendito sea, miró en la Torá y creó el universo. Y la Torá proclama (Gn 1.1), “Por el Principio creó Dios...”. La palabra “Principio (Reshit, ראשית)” no se refiere a nada más que a la Torá, como fue dicho (acerca de la Sabiduría en Pr 8:22), “Hashém me poseía, Principio (Reshit, ראשית) de su camino.” (Bereshit Rabá 1:1).
El pensamiento y la literatura rabínica continúo con esta ecuación, identificando de manera unánime a la personificada Sabiduría con la Torá e identificando a la Torá como el agente a través del cual Dios hizo su creación. El rabí Akiva llama a la Torá “el instrumento precioso por el cual el mundo fue creado”.[5] Después de todo, la Torá es el habla, la sabiduría y voluntad del Santo bendito sea, y esta identificación de la Torá y la Sabiduría se convirtió en una revelación bastante conocida dentro del Judaísmo, y es universal en su literatura.
Yojanán al iniciar el prólogo de su evangelio con las palabras “en el principio”, habla en el lenguaje de la Torá. Yojanán recorre una distancia corta para pasar de una formulación como la del "midrash" anterior (en la que Dios crea el mundo de acuerdo con la Torá) a las palabras que escribe en Jn 1:3 sobre que todas las cosas fueron hechas a través del Logos. Sólo hay que identificar al Logos de Dios como su Torá, una ecuación fácil de hacer a la luz de las declaraciones poéticas de la Biblia que se refieren a la Torá como el Habla de Dios:
Concede a tu siervo vivir,
Para que guarde tu Habla.
Abre mis ojos para que contemple,
Las maravillas de tu Torá.
(Salmo 119:17-18)
La poesía hebrea no tiene rima, ni ritmo cuantitativo, ni metro en el sentido de las lenguas clásicas y modernas. Lo único que la distingue de la prosa, es el acento, y el ritmo de los pensamientos, llamado comúnmente paralelismo de los miembros. Este último consiste en que el mismo pensamiento se expresa dos veces, sea con vocablos sinónimos (paralelismo sinónimo), sea en forma de tesis y antítesis (paralelismo antitético), a base de insistir en una idea que se repite, pero que es punto de partida de otra nueva o de la misma bajo otra forma de expresión.
El filoso y teólogo judío del primer siglo, Filón de Alejandría, también enlaza la idea del Logos y la Torá. Filón enseña que, “la Torá no es algo más que el Logos divino prescribiendo lo que una persona debe de hacer y prohibiendo lo que una persona no debe de hacer.”[6]
Cómo las fuentes judías formulan la ecuación equivalente de la Sabiduría con la Torá, y la Torá con el Logos, y el Logos con la Sabiduría, parece razonable asumir que Yojanán toma el mismo excelso punto de visa de la Torá/Sabiduría/Logos como escribe en el prólogo. Podría comprenderse la lectura de los primeros tres versículos de Jn 1:1 de la siguiente manera:
En el principio era la Torá,
Y la Torá era con Dios,
Y la Torá era Dios.
Ella era en el principio con Dios.
Y todo fue hecho por ella,
Y sin ella nada se hizo de lo que ha sido hecho.
Existen declaraciones similares en el misticismo judío, por ejemplo el Tiquné haZohar dice:
דְּוַדַּאי קוּדְשָׁא בְּרִיךְ הוּא אִיהוּ אוֹרַיְיתָא
“El Santo, bendito sea, es la Torá.”
(Tiqunéi Zohar 21b:2)
Menajem de Recanati que vivió a finales del siglo XIII:
“El Santo-bendito-sea, no es un aspecto separado de la Torá, la Torá no le es exterior, y él no es algo exterior a la Torá. Asimismo, los sabios han dicho: el Santo-bendito-sea es la Torá”. (Menajem de Recanati, Taaméi ha-Mitzvot, 3a)
Esta percepción demuestra la similitud que existe entre la estimación de los sabios sobre la Torá como agente de Dios en la creación y la estimación de Yojanán, un discípulo judío de Yeshúa, completamente inmerso en la cultura de su pueblo, con el Logos (“Habla”) como el agente de Dios.
Esto no significa que el Habla que estaba con Dios desde el principio es la Torá escrita. Más bien, significa que la esencia única de Dios, proyectada en el vacío y por la cual creó el universo, ordenando e intersectando la materia y la energía, es la misma esencia que reveló las palabras de Torá de Moisés en el Sinaí. El Espíritu de la Torá es la Torá que se visitó en letras. La Torá asumió forma material al vestirse en letras y palabras.
POR MEDIO DEL HABLA
Según las interpretaciones místicas del primer capítulo de Génesis, Dios creó el universo a través de su Sabiduría y la Torá. Pero estos aspectos Sabiduría y Torá son paralelos con el Habla de Dios. En un sentido místico, el Habla de Dios no es una referencia únicamente a las Escrituras, el término “Habla” se refiere a la revelación o expresión de Dios dentro de esta finita creación.
Y es que el Habla o Lógos es la expresión del intelecto y la sabiduría hacía el exterior ya vestida en letras o palabras. Así a la revelación de la Sabiduría de Dios, que es Dios, se le llama Lógos únicamente a efectos ilustrativos de su cualidad de revelación. Así como nuestro habla revela lo que está oculto dentro de nuestros pensamientos, a la revelación de la Sabiduría de Dios, hacía el exterior, a su creación, se le llama Habla (“Lógos”, ). En el libro apócrifo de Sirá (24:5) se enseña que la Sabiduría de Dios sale de la boca de Dios como el Habla de Dios:
Yo salí de la boca del Altísimo, engendrada antes de toda criatura. (Sirác 24:5)
Debido a que Dios hizo su creación por medio de Habla. Toda la obra creadora que se describe en el Génesis, fue hecha por el Habla creadora de Dios (los diez “y dijo Dios” de Gn 1), como está escrito: “Por el Habla de Hashem fueron hechos los cielos, y todo el ejército por el aliento de su boca” (Sal 33.6), lo primero en crearse fue el vehículo que se usó como herramienta para que el Habla, que es la Sabiduría de Dios saliendo de la boca de Dios, se vistiera, a saber, las letras del Álef-Tav (“Alfabeto”) hebreo.
El Pirqé Avot 5.1 dice: “Con diez dichos fue creado el mundo.” Estos diez enunciados son los diez “Y dijo Dios” de Gn 1 y 2, como actos de creación. Una palabra de mando creativa, introducida por el hebreo vaiómer (“Y dijo”), se emite diez veces, de la cual Gn 1.3 da la primera y Gn 2.12 la novena. La aparición del primer enunciado para formar un total de diez dichos es la creación del cielo y la tierra, que se omite al principio, en Gn 1.1, pero el salmista agrega, “Por el Habla de Hashem fueron hechos los cielos; y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca.” (Sal 33.6). Se evoca aquí el principio de Gn 1.1, donde era el Habla, pues es el principio de los decretos de Elohim o en el principio del hablar Elohim, como dice 4 Esdras 6.38: "el primer día, en el comienzo de tus decretos, dijiste: Que el cielo y la tierra sean; tu Habla ejecutaba". De acuerdo con Jn 1.3, el Habla de Elohim creó todas las cosas, por lo tanto, el Habla de Elohim, que estaba en el principio de Gn 1.1 con Elohim, es antes de la creación y a la vez su hacedor.
De manera qué, el Logos es el pensamiento de Dios, que se conoce como la Jojmá o Sabiduría de Dios en el libro de Proverbios, que luego es revelado al exterior, a su creación como el Habla o Logos. Así como el Habla de una persona es primeramente concebida como el pensamiento, y luego es la imagen expresa del pensamiento. Así Yeshúa es llamado el Habla de Dios, porque fue concebido en el Padre, luego engendrado a su imagen. Además, es también la revelación del Dios infinito dentro de su creación únicamente a efectos ilustrativos de su cualidad de revelación, así como nuestro habla revela lo que está oculto dentro de nuestros pensamientos, a la revelación directa de Dios para con su creación es llamada Habla. La personificación del Habla de Dios comienza a aparecer en el Sal 33:6; Sal 107:20; Sal 119:89; Sal 147:15.
Este término era utilizado por los judíos como aplicable al Mesías. En sus escritos se le conocía comúnmente por el término arameo "Memrá", es decir, "Habla"; y no poca parte de las interposiciones de Dios en defensa de la nación judía se declaraban por "el Habla de Dios". Así, en el Targúm Yerushalmi sobre Dt 26:17-18, se dice: "Habéis nombrado hoy rey sobre vosotros al Habla de Dios, para que sea vuestro Dios". En Is 45:12, "Yo he hecho la tierra, y he creado al hombre sobre ella". El Targúm lee, "Yo, por mi Habla (aram. Memrá), he hecho la tierra y he creado al hombre sobre ella"; Is 48:13 lee, "También mi mano ha puesto los cimientos de la tierra". En el Targúm la lectura es, "'Por mi Habla (aram. Memrá) he fundado la tierra".
El Habla de Dios es el Hijo de Dios, existente desde toda la eternidad, y manifestado en el espacio y en el tiempo en la Persona de Yeshúa.
LA DIVERÁ
Existe teología judía para el término “Habla” en los Targumím. Los traductores de la Sacra Escritura eligieron no realizar una traducción literal, sino un paráfrasis, como fue explicado anteriormente. Una pregunta teológica de Judaísmo rabínico se formula cómo es que Aquel que llena el cielo y la tierra (Je 23:24), infinito, trascendente, incontenible, puede sentarse en medio de los dos Kerubím del Arca de la Alianza y hablar con Moshé? En un intento de proteger la trascendencia absoluta de Dios, el traductor arameo tendía a alejarse de un lenguaje tan directo. En su lugar, introduce el término amortiguador "Habla" para hablar de la manifestación y revelación de Dios dentro de esta finita creación
En algunos lugares la referencia a la revelación de Dios es con el arameo Diverá (), que proviene del hebreo Davár (), que significa “Habla”. Al considerar inapropiado imaginar a toda la esencia de Dios sentada entre los Kerubím en el arca de la Alianza hablando con Moisés, el Targum lo sustituyó por el Diverá (“Habla”) de Dios. La manifestación más sublime y directa de Dios, con la capacidad de menguarse para poder manifestarse a su creación y a los hombres.
“Cuando Moshé entraba en el Tabernáculo de la Reunión para hablar con Hashém, oía la voz que le hablaba de encima del propiciatorio, que estaba sobre el Arca del Testimonio, entre los dos Keruvím. Así hablaba con él. (Nm 7:89)
“Cuando Moshé entraba en el Tabernáculo de la Reunión para hablar con Hashém, oía la voz del Divér (“Habla”) que le hablaba de encima del propiciatorio, que estaba sobre el Arca del Testimonio, entre los dos Keruvím. Desde allí hablaba el Divér (“Habla”) con él. (Nm 7:89)
La Diverá no es menos que Dios, es Dios manifestándose dentro de esta creación, y para hacerlo tiene que menguarse, por decirlo de alguna manera ilustrativa, ya que la creación no lo podría contener en su plenitud.
Yojanán usó el mismo circunloquio místico y teológico cuando hablaba del Logos con Dios que era Dios.
LA MEMRÁ
Otro término que los traductores emplearon con bastante frecuencia para expresar la misma idea, es el arameo Memrá (מֵימְרָא). Como con el griego Logos y el arameo estilizado a hebreo Diverá, el término Memrá significa “El Habla”. En los Targumím, los traductores lo usan intercambiablemente como sinónimo de la palabra Diverá. La Memrá de Dios es la expresión activa y finita de su ser infinito. La Memrá, que actúa como el agente de Dios, no está separada de Dios. A continuación algunos ejemplos del Targúm Neofíti sobre Génesis acerca de la Memrá:
Y la Memrá de Hashem dijo: “haya luz”; y hubo luz por su Memrá. (Gn 1:3)
Y la Memrá de Hashem separó la luz de la oscuridad. (Gn 1:4)
Y la Mmerá de Hashem llamó a la luz, “Día”. (Gn 1:5)
Y la Memrá de Hashem dijo, “Haya un firmamento”. (Gn 1:6)
Y la Memrá de Hashem dijo, “Haya reunión de aguas arriba”. (Gn 1:9)
Y la Memrá de Hashem creó al hombre en su imagen y semejanza delante de Hashem, varón y hembra los creó. (Gn 1:27)
En el séptimo día la Memrá de Hashem completó el trabajo que había creado, y fue Shabát, y reposó delante de él en el séptimo día de todo el trabajo que había creado. (Gn 2:3)
A razón que muchos maestros e intérpretes cristianos enfatizan el trasfondo greco-filosófico de la teología del Logos de Yojanán, se ha pasado por alto estos paralelos de la cultura hebrea. Yojanán ben Zavdái, sin embargo, creció hablando hebreo y arameo, y luego, quizás, griego, como el idioma de la diáspora. Yojanán era un judío completamente inmerso en la cultura de su pueblo, y su modismos y enseñanzas de su pueblo, aplicándolas la persona de Yeshúa como el Mesías. En el mundo teológico de Yojanán, la Memrá es Dios en el trabajo de la creación. Se podrían citar otros numerosos ejemplos de los Targumím. Yojanán, o el traductor del Evangelio de Yojanán, seleccionó el término Logos como equivalente al arameo Memrá o al hebreo Davár.
Nada en los primeros versículos de Yojanán se contradice en absoluto con la teología de los Targumím judíos:
En el principio era la Memrá,
Y la Memrá era con Dios,
Y la Memrá era Dios.
Ella era en el principio con Dios.
Y todo fue hecho por ella,
Y sin ella nada se hizo de lo que ha sido hecho.
NOTAS:
[1] Bereshit Rabá 2:4. [2] Me poseía: La posee porque la engendra en generación eterna. Bossuet dice al respecto: “Dios me poseyó, dice la Sabiduría, es decir, Dios me ha engendrado, tal como Eva, una vez nacido Caín, se dijo a sí misma: «He poseído un hombre por la gracia de Dios»… Hay en Dios una Sabiduría esencial, que estando primitiva y originalmente en el Padre le hace fecundo para producir en su seno a la Sabiduría, que es su Habla y su Hijo.” Bossuet alude a Gn 1, donde se usa el mismo verbo “qanani” para expresar el nacimiento de un hombre, por lo cual algunos le dan el sentido de crear, engendrar (en vez de poseer), por ejemplo las antiguas versiones de Aquilas, Teodoción, Símaco, LXX, Peshito, Ferrarense y muchos Padres. Todo este pasaje habla de la Sabiduría eterna, el Habla que desde un principio estaba en Dios (Jn 1:2; 8:58) y por el cual todo fue creado. [3] b. Pesajím 54a. El misticismo judío no alude a la pre-existencia de la Torá en referencia a los cinco libros de Moshé escrito en un rollo. En cambio, la Torá excelsa es la Sabiduría pura y santa de Dios. [4] Este versículo es parte del himno sobre la Sabiduría personificada modelada en Proverbios 8. [5] m. Avot 3:14. [6] De migratione Abrahami (Los Viajes de Abraham), 130. Filón también identifica al Logos con el Ánge de Hashem y el Nombre de Dios. La teología del Logos de Filón puede considerarse paralela con la teología apostólica. Filón describe al Logos como el sumo sacerdote, capitan y timonero, abogado (paraclete), e incluso, el Hijo de Dios. Filón denominó al Logos como “segundo Dios”, en la medida que emana directamente de Dios. De manera alternativa, Filón idealizó al Logos como el hombre prototipo, identificado como la imagen de Dios. Es decir, la Imagen de Dios es el Logos de Dios. Filón veía al Logos como el agente de la creación y el medio del gobierno divino del mundo y el medio por medio de quien el hombre puede conocer a Dios. Filón fusionó la idea del Logos con la tendencia circunlocutiva de la teología judía hallada en los Targumím sobre la Memrá, casi una generación anterior al evangelio de Yojanán. Filón escribió en el marco de un ámbito más amplio de la teología judía helenística y se basó en los supuestos teológicos vigentes en el judaísmo de la diáspora del mundo romano. Su apropiación del lenguaje filosófico para explicar la religión judía era probablemente común cuando los judíos intentaban dialogar con sus vecinos griegos. Tales apropiaciones pueden haber ejercido una influencia en el Evangelio de Juan.
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