¿Por qué Yeshúa usó su saliva para sanar?
Las buenas nuevas, según el discípulo amado (Juan), registran que en Jerusalén, Ieshúa escupió sobre la tierra, formando lodo, luego se la aplicó a los ojos de un ciego y lo sanó. En las buenas nuevas según Marcos, leemos acerca de otro ciego que fue traído hacía Ieshúa en Bet-Tzaida-Betsaida, y Ieshúa simplemente escupió sobre sus ojos y lo sanó (Marcos 7.33). Las buenas nuevas según Marcos también registran que Ieshúa introdujo sus dedos en las orejas del enfermo y con su saliva tocó la lengua del hombre sordo (Marcos 8.23).
Cuando uno piensa al respecto, un obrador de milagros se gana la atención simplemente mediante la realización de un milagro. Pero la pregunta es, ¿Por qué Ieshúa hizo esto? ¿Por qué él hizo uso de su saliva para sanar a los enfermos?
Por otra parte, cuando una sociedad, tal y como la de la época del segundo templo, donde Israel ya había comprendido y evitado los problemas de la impureza ritual, es lógico pensar que alguien que sanara a otra persona usando su propia saliva no iba a pasar desapercibido.
La pregunta que surge es: ¿Pudo Ieshúa solamente haber hablado o dado una orden espiritual para sanar a estos tres hombres? La respuesta es obvia, es un rotundo sí, ¿Por qué él escogió este método? ¿Habrá algún mensaje oculto detrás de todo esto?
La respuesta es evidente, según en los escritos de los primeros discípulos de Ieshúa, él sí podía haber sanado a estos tres hombres con tan solo dar una orden espiritual. Por ejemplo, en una ocasión Ieshúa sana a un paralítico simplemente dando una orden: "¡Levántate, toma tu catre y vete a tu casa!" (Mt 9.6) Y a Lázaro lo resucitó diciendo: ¡Lázaro, ven fuera! (Jn 11.43).
Rabí Ieshúa Adonénu (nuestro Señor Ieshúa) escogió hacer uso de su saliva, con un fin que puede ser entendido bajo el contexto de la época del segundo templo, en el primer siglo. Él escogió dar un mensaje de gran importancia y relevante acerca de su ascendencia y su posición como el único y legítimo heredero de Dios como su único Padre.
Era concebible en los tiempos antiguos que un hombre tuviera varios hijos con distintas esposas. Abraham envió lejos a sus esposas e hijos alejándolos de Isaac, para dejar en claro y establecido, quien era su heredero (Génesis 25.6). Deber era esto, cuando un hijo de la familia reclamaba y ponía en duda quien era el verdadero heredero. Una razón para disputar la demanda era la ilegitimidad (ya sea que el hijo haya nacido dentro o fuera del matrimonio). El escritor de la carta a los Hebreos habla de cómo nosotros podemos conocer si verdaderamente somos hijos de Dios; porque somos disciplinados por él, y por nuestra actitud y obras de justicia. Un hijo ilegítimo no es criado de esta manera (Hebreos 12.5-8).
La tradición judía enseña que en casos de disputa con respecto a la herencia, Dios tenía una prueba que sobrenaturalmente revelaba quien era el primogénito legítimo; heredero de la autoridad de la primogenitura y la herencia de las propiedades familiares.
La gente de la época del segundo templo estaba consciente y enterada de esta tradición en Israel, y la gente completamente sumergida en el conocimiento de la tradición y la cultura de su pueblo, conocía que la saliva de un heredero y de un primogénito, tenía características curativas contra las lesiones y las enfermedades. Una vez que la saliva del hijo en disputa ungía el miembro afectado, la sanidad se esperaba que tuviera lugar de inmediato, sola y únicamente si él realmente era un hijo legítimo. Si él no era un hijo legítimo, la saliva no tenía ningún efecto.
Esto puede corroborarse por lo siguiente relatado en el Talmud:
Cierta persona vino una vez delante del R. Janina y le dijo, "Estoy seguro de que este hombre es el primogénito". Él le respondió, "¿De dónde sabes esto?" Otros respondieron, "Porque cuando la gente venía a su padre, él solía decir: "Id a mi hijo Shijat, quien es primogénito y su saliva sana". ¿Podría haber sido primogénito solamente de su madre? — Hay una tradición que dice que la saliva del primogénito del padre es curativa, pero que la saliva del primogénito de una madre no lo es. (Talmud Bavli, Baba Batra 126b)
Hubo algunos en la época del segundo templo que creyeron y siguieron a Ieshúa, pero también hubo algunos que no. Lo principal entre sus inquietudes eran las interrogantes acerca de su linaje o ascendencia familiar. Después de todo, José y María reconocieron abiertamente que José no era el padre biológico de Ieshúa (Mt. 1.25) … y también que María nunca había tenido relaciones sexuales para tener a Ieshúa como hijo, ni antes de estar casada con Iosef (Mt 1). Sin embargo, Ieshúa claramente había sido concebido y nacido… y de alguna manera alguien tenía que ser su padre, pero ¿quién?
Otro factor que debe de ser considerado, es el hecho de que desde el principio los enemigos y detractores de Ieshúa lo calificaron a él como un mamzer-bastardo. En Juan 8.41 los adversarios de Ieshúa insinuaron que lo veían a él como un "hijo de fornicación". En los tempranos escritos rabínicos (como en el Toldót Iéshu; obra engañosa la cual desvirtúa y pervierte el testimonio de Ieshúa, hablando contra su persona) Ieshúa es llamado por ellos un mamzer-bastardo. Estos ataques muestran el hecho mutuamente aceptado de que Iosef no era el padre biológico de Ieshúa, más sin embargo, también con estas acusaciones estas personas no lo consideraban a él como un hijo legítimo, primogénito, heredero y por ende tampoco como el Mashíaj (Mesías).
Lamentablemente, en la actual sociedad estos temas pasan por desapercibidos. Sin embargo, aquel día tenía todos los ingredientes de un horrible escándalo con ramificaciones reales de por vida. Ieshúa también negó tener un padre terrenal. Él dijo y enseñó que su Padre era Dios. Si él hubiera sido un pecador, o el producto de un pecado, o no hubiera sido el primogénito legítimo de un padre, no se podía haber esperado que sanara a alguien, ya que Dios es la fuente de toda sanidad, y según la tradición judía, como fue leído arriba, esta sanidad haciendo uso de su saliva, servía como señal milagroso para testificar que la persona que sanaba con su saliva era el legítimo hijo primogénito de su padre.
Este es el contexto de los capítulos 8 y 9 del evangelio de Juan. Una lección más grande es dada por Ieshúa en lugar de solamente una serie de sanidades. En el capítulo 8 está registrado que Ieshúa habló extensamente acerca de donde él venía, y cuando habló acerca de su Padre, la respuesta de la audiencia fue "¿Dónde está tu padre?" (Jn 8.19), insinuando la audiencia con estas palabras que Ieshúa no tenía un padre legítimo, ya que estaba el falso rumor que decía que él había nacido de fornicación. Por eso en el verso 41 los enemigos de Ieshúa insinuaron que lo veían a él como un "hijo de fornicación". No fue casualidad que en ese momento, después de esas discusiones, en el mismo día, vieron a un hombre ciego y le preguntaron sus discípulos a Ieshúa: "¿Quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?" (Jn 9.2 y vr. 34; también se creía que un hijo ilegítimo tenía defectos o enfermedades). Ieshúa inmediatamente respondió la causa de la ceguera de esta persona, y luego demostró algo que hablaba algo convincente acerca de su procedencia, primogenitura, su legitimidad como hijo y su derecho como heredero.
Ieshúa demostró que su saliva contenía propiedades curativas, presentando una situación sin salida para aquellos que eran sus detractores y enemigos al sanar al ciego con su propia saliva (Jn 9.15). De acuerdo a la tradición judía, cualquiera cuya saliva podía sanar de esta manera demostraba de manera sobrenatural y como una revelación directa del Cielo, que él era el primogénito y heredero legítimo de su padre. Pero ¿Cómo podía Ieshúa no tener un padre terrenal, y al mismo tiempo demostrar mediante este milagro proveniente del cielo que él era el primogénito y heredero?
Esto solo puede tener sentido si sus declaraciones acerca de su procedencia eran verdaderas, que él era heredero único y verdadero del Padre del cielo, la Fuente de toda sanidad y restauración: El Hijo de Dios.
Es debido a esta señal y revelación del Cielo, la cual confirmó que Ieshúa era el primogénito, hijo legítimo y heredero del Padre celestial, que los fariseos se alborotaron de tal manera cuando se enteraron de esto, que interrogaron al joven ciego que había sido sanado e incluso a sus padres. Es de prestar atención a las palabras de los fariseos al interrogar al joven que había sido sanado por la saliva Ieshúa, ellos no preguntaron si el joven había sido sanado, ellos sabían que habiá sido sanado, la pregunta que ellos formulaban una y otra vez era: ¿Cómo te fueron restaurados los ojos? (Jn 9.10; Jn. 9.15) y en el verso 26 volvieron a preguntar: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te restauró los ojos? (Jn 9.26), los fariseos plantearon estas sucesivas preguntas debido a su desconcierto y asombro. Después de haber acusado a Ieshúa de ser un "hijo de fornicación", quedaron perplejos y sorprendidos al presenciar cómo Ieshúa había sanado a un ciego utilizando su propia saliva. Ieshúa para este tiempo ya había hecho muchos milagros, y los fariseos estaban conscientes y enterados de ellos, pero este milagro confirmaba que él realmente era quien decía ser: el Hijo legítimo de Dios, su heredero y primogénito. Por esa razón ellos se alborotaron y quedando perturbados deseando asesinarlo. La serie de preguntas que fueron formuladas al joven, para averiguar cómo él había sido sanado por Ieshúa, llegaron a tal grado de insistencia, que el joven les dijo: "Ya les he dicho y ustedes no escuchan. ¿Por quieren oírlo de nuevo?" (Jn 9.27).
Este milagro especial, confirmó mediante el respaldo total del Cielo, lo que había sido dicho por Ieshúa acerca de sí mismo, cerrando la boca de todos aquellos que falsamente lo acusaban como “hijo de fornicación”. Mediante este milagro cerró la boca de todos sus enemigos que lo estaban atacando con palabras ofensivas y falsos testimonios, y lo más maravilloso es que lo que Ieshúa les había dicho que acerca de él, que él era el Hijo legítimo de Dios, su heredero y primogénito, fue confirmado por Dios mismo.
La conclusión de la historia es de alegría pero al mismo tiempo es de tristeza. Como suele suceder, de gran parte de la humanidad pocos decidieron creerle a Ieshúa; la mayoría no le creyó. El hombre ciego que fue sanado por medio de su saliva creyó, pero la duda expresada por las otras personas manifiesta que ellos no creyeron y no pudieron armonizar el conflicto, ellos le dijeron al ciego que había sido sanado: "Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moshé (Moisés), pero éste, no sabemos de dónde es." (Jn 9.29). La procedencia de Ieshúa no fue resuelta en sus mentes, ni en sus corazones. Su reclamación como el primogénito de Dios, fue validada sobrenaturalmente por el Cielo mismo, pero muchos de ellos aun así no creyeron lo que sus oídos escuchaban, y lo que sus ojos veían (como escribió el profeta Ishaíahu-Isaías 6.10). Porque ellos al creer tener la habilidad de poder ver con claridad (véase Juan 9.39-41), permanecieron cegados de la identidad de Ieshúa, y el propósito que tenía él al venir a la tierra.
El procedimiento que Ieshúa usó para sanar al ciego, sanando con su saliva, reveló quien realmente era él: El Hijo de Dios. Sin duda, por esto él dijo: "Las obras que yo hago en nombre de mi Padre, éstas dan testimonio de mí." (Juan 10.25).
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